AVENIDAS
Estamos en un escenario visualmente único y inconfundible con ningún otro – Norte
Grande de Chile - Antofagasta. Cuerpo urbano provisorio. Vida provisoria, espacios
temporales, cruces de caminos circunstanciales. Con una frágil memoria que no alcanza a
sostener la identidad, la cual resulta tan difícil de aceptar, la cual se busca con
determinación y se rechaza y desconoce por no digna, por rasca, por rota, por fea.
Avenidas es una intervención urbana en una ciudad donde todo se esta haciendo
por primera vez, donde las instalaciones siguen siendo vanguardia como genero de artes
visuales, donde, como con asombro constata Justo Pastor Mellado, todavía existen
representantes de la época de los petroglifos, que defienden la superioridad de la pintura de
caballete sobre cualquier otro formato plástico. Ciudad minera, desierto absoluto, sin
ducha de lluvia, sin descanso, larga y apretada por el mar y los cerros. Ciudad
literalmente sin horizonte, que se traduce a una vida aquí y ahora, sin proyecciones a largo
plazo. Rica en recursos minerales y pobre en recursos humanos.
Este escenario Dagmara Wyskiel invade con un proyecto intruso, que como precedentes
geográficamente podría tener solamente la intervención “Te devuelvo tu imagen”, un letrero
luminoso en los cerros de Antofagasta realizado por Juan Castillo, quien fue uno de los
integrantes de la agrupación CADA.
Apoderarse de los altares del mundo comercial – de las paletas publicitarias (famosos
billboard urbanos) – es un desafío que permite atacar a la gente en la calle, provocarla,
sorprender, inspirar una conversación, un dialogo, tal vez interno. Un antiguo slogan
de la época del afiche constructivista “salir con el arte a la calle” se hace realidad tal vez
en el lugar menos esperado de Chile. La ciudad con precarios espacios culturales se
convierte en una galería abierta, ofreciendo sus calles y avenidas como soportes de las
obras, se cambia el swich, se ofrece una reflexión, un cuestionamiento, en vez del servicio
o del producto. Nos olvidamos del atraso cultural o incluso lo convertimos en cierta riqueza
de aroma exótico, entrando en el dialogo conceptual con otras ciudades que experimentan
este tipo de propuestas, como Santiago, Nueva York o Cracovia.
Intervención en espacios públicos Avenidas se instala sobre una ciudad llena de mitos
urbanos, iconos cliché, creencias basadas en la auto imagen selectiva y la imagen
imaginatoria de los otros lugares, consiste en figuración visual de una selección de la
biblioteca de reflexiones netamente nortinas, que recolectó la autora durante los 6 años
que vive en Antofagasta.
Formalmente Wyskiel ocupa un boceto sobre papel kraft, con mancha plana de color,
sin ningunos efectos característicos de la publicidad, con tipografía simple, tosca y un poco
pesada, todo eso para alejarse del lenguaje publicitario, para desde la primera y casual
mirada lograr llegar al público con el mensaje: “esto no es lo que estas acostumbrado de ver
en este lugar, ojo, esto es otra cosa”.
De esta manera se arma un retrato común y comunitario, un espejo fragmentado y
deformado de una urbe que necesita conocerse mejor para madurar y desarrollarse sin
complejos, una serie de reflexiones que no pretenden ser objetivas pero que sí, como cada
mito, resguardan algo de verdad.
Fecundando avenidas / texto crítico
Avenidas se inscribe de lleno en una corriente que se ha ido construyendo desde la propuesta de artistas - de diversas nacionalidades y géneros - y que tienen como lugar común, el instalar un dispositivo de arte de carácter efímero, en el espacio público.
Esta concatenación de poética urbana tiene - para nuestra época - su génesis en la mirada de los artistas a la cambiante ciudad de los albores de la vida moderna. Allí, las aldeas cedieron sus fronteras de trazado medioeval y se abrieron a través de bulevares planificados que cambiaron para siempre su morfología. En ese contexto, uno de los artistas emblemáticos del siglo XIX, Baudelaire, ponía su asertiva mirada en la nueva relación que se establecía entre arte y ciudad, generando un nuevo rol para el artista. Comprendió tempranamente que esta nueva constelación de experiencias, propiciaba el “mas allá del umbral”, “lo sublime”, que no se encontraba según el poeta, en ningún lugar con mayor inmediatez que en la ciudad.
Baudelaire instala en sus calles “al flaneurs”, “caminante lucido” que se fascina con el nuevo sublime. Par él la calle es vivida como el mejor lugar de escenificación de la discorde aventura humana. Vivida desde el goce de saberla liberada de la marca del monopolio de clases, o de tipos de usuarios. Entregada a gentes y comportamientos heterogéneos: La patria de todos los sin patria.
En la actualidad, las propuestas de arte para el espacio público surgen también atentas a su tiempo, y éste ya no es él de la urbe industrial sobre la cual escribió Baudelaire, sino su (con) secuencia, el advenimiento de la ciudad marketing, al interior de la cual es indispensable tomar una postura y reconocer la diferencia entre lugar y locus, para luego activarlos.
Dagmara Wyskiel da señales de compartir plenamente la tesis de que Antofagasta es, en la actualidad, una ciudad marketing, termino con el cual definen los estudiosos del urbanismo a los núcleos “eficientes” en sus respuestas al capitalismo avanzado. La obra que nos convoca se sostiene sobre la percepción de que su soporte (la ciudad), no es un conjunto orgánico, sistémico, compuesto de espacios para el uso público y privado que debían garantizar y resguardar en su conjunto a una vida política y participativa atenta, a la idiosincrasia local.
Antofagasta es hoy un espacio que crece disgregado, potenciando barrios dormitorios en la periferia, generando morfología universal (mall, mega- gasolineras, híper-farmacias), construyendo vías de desplazamiento rápido - solo para vehículos -, zonas segmentadas por divisiones etáreas o socioeconómicas. Con ello su silueta cambia y se aproxima al modelo globalizador de la ciudad al borde del mar, cuyo paradigma se divide entre los seguidores de Barcelona o de Miami.
Las ciudades marketing tienden a parecerse y en ello pierden los límites de lo particular. Se introducen en un común/universal. Éste no acoge los gestos de identidad local. Proporcionan espacios que parecieran atacar en forma directa a toda inmediatez, respaldadas, tal vez, por el paradigma de la sociedad postmoderna de la información (glorificada en la proliferación de pantallas y conexiones a distancia).
Ante esta multiplicación vigorosa de lugares universales (globales), la obra de Dagmara se contrapone, problematizando lo local.
Son obras que se concluyen en el abrazo indivisible con esos sitios diseñados bajo condiciones estándar. Llegan a ellos para aportar con el volumen y el tono de la voz local, para fecundarlos con la imaginación y en ello hacerlos transitar hacia la condición de locus.
Éste termino, tiene un origen transversal. Define en el lenguaje de la biología, el sitio de un cromosoma donde se localiza un gen determinado. Como concepto teórico dentro de las teorías del aprendizaje, señala el núcleo desde donde se origina la fuerza motivadora que lleva a los sujetos a actuar de una cierta manera y no de otra, ante la misma situación. En sicología, es un lugar de control interno, el que nutre a la creencia de que lo que nos pasa o sucede depende en gran parte de lo que hagamos o dejemos de hacer. Desde la perspectiva del hacer artístico, es la configuración de un espacio con capacidad para dar clima y paisaje a la comunidad de afectos. Su cualidad no es una cuestión de magnitud, sino de conservar (o activar) el humus local.
Al contrario de los lugares universales, el locus contiene. Retiene el gesto del habitante. No niega las particularidades e incentiva el trato directo con la finitud. Es en ello una inmediatez recobrada, un Finis térrea. Un Axes mundi que permite al espectador sentirse parte del espíritu y la lengua de un lugar, con lo cual son vitales para preservar la memoria.
La condición de extranjera de Dagmara juega en este ámbito a su favor. Se siente en su proyecto que ha atravesado vientos y vegetaciones distintas, y que está conciente que la identidad no se agota en el lazo fácil con el clima y un color, sino que puede tomar distintos registros.
Su obra retrotrae al orden de la geografía (“ALGO ME TAPO EL HORIZONTE”); a la soberanía de la vida singular (“DESIERTO, COBRE, MI VIDA”). Reflota aquello que el aquí y el ahora suponen en el horizonte de cualquier existencia (“DIJO QUE AQUÍ TOCO TECHO”).
Recuerda que el clima, la orografía, los olores, la flora, la fauna, la cultura y el lenguaje, conforman el relieve, y están lejos de ser meramente un barniz integrador entre lo global y lo étnico (¿USTED TAMPOCO ES DE AQUÏ, VERDAD?”).
Avenidas es un proyecto de arte que desecha de entrada el trabajo con los recintos de interior y aspira a convertir a la ciudad, en una galería para caminantes. Cada vez que se instala en su marco expositivo (paletas publicitarias), no se limita a su cuerpo de obra, sino que activa a su entorno provocando en él una metamorfosis: pasa de su condición de objeto de uso cotidiano, a ser parte de una narrativa extracotidiana, extraída del humus local que la artista ha recuperado durante sus seis años de residencia en la ciudad.
En la práctica, el proyecto se compone de18 obras en las que se asocian texto e imagen. Durante seis meses, han coexistido con la vida urbana desde un mobiliario “locuaz”, situado en lugares neurálgicos de la ciudad.
Los números que se extraen de este operativo de arte son tan grandes como los que la región acostumbra al país: 30 piezas, miles de metros cuadrados de urbe que compusieron durante 190 días una galería abierta para los 230.000 habitantes y sus cientos de vistas periódicas.
El espectador pudo tomar contacto con la obra, desde la proximidad a los hipermercados, al estadio, a los paseos peatonales y las principales arterias de transito.
Su lenguaje plástico es determinante para comprender el operativo artístico propuesto. Este explora en el no-diseño publicitario: Es simple, minimalista y plano. Evidencia su condición de bosquejo, genera un discurso abierto. Expresamente su estética se instala en la orilla opuesta de cualquier mensaje direccional de la publicidad, y esto lo sabe muy bien esta artista visual, quien tiene en el origen de su formación la escuela del afiche polaco, internacionalmente reconocido por su belleza e inteligencia en el manejo de la dupla imagen - texto.
Finalmente me permito señalar que el umbral a su percepción, es sin duda el humor. Cada imagen es un fragmento de sueños (“SI TODA LA PLATA SE QUEDARA AQUÍ”), dudas (“EL TAMBIEN SE PREGUNTA POR SU IDENTIDAD”), autodefiniciones del alma local contenidas en un juego con doble y triple sentido (“EL HOYO MAS GRANDE DEL MUNDO, ES NUESTRO”). Metáforas que invitan a pensar-se, y que nos permiten asegurar que la obra se concluye en la mirada de su receptor.
Sin duda este proyecto favorece la reconciliación de los antofagastinos con su ser mas intimo, y nos permite afirmar que estamos frente a un arte que a inicios del siglo XXI hace locus para el andar del “caminante lucido”. La ciudad así es re-descubierta, transformada en contenido/soporte de una obra de arte, cuya realidad sobrepasa la capacidad perceptiva del individuo, obligándolo a su virtud interpretativa.
Dr. Pedro Celedón Bañados
Director Programa de Estudios de Arte y Cultura Latinoamericana
Pontificia Universidad Católica de Chile
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