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OTRO PAÍS
MES DE ANTOFAGASTA EN VALDIVIA

en el Museo de Arte Contemporáneo de Valdivia
de la Universidad Austral de Chile
08/11  - 14/12  2007

curatoría  PEDRO CELEDÓN BAÑADOS
dirección artística  DAGMARA WYSKIEL
producción  CHRISTIAN NÚÑEZ
edición periodística  OLGA RIVAS ESTAY

artistas:
LUÍS NÚÑEZ  Empatía (recuerdos de la infancia) pintura & instalación
LORETO BOLADOS  Conservando mi memoria instalación
JUAN SALVA  Acontecer al limite pintura
JORGE WITTWER  Miguitas de ternura instalación
IZAK  Los de afuera graffiti
DAGMARA WYSKIEL  Verde profundo
instalación


Allí en el OTRO PAIS, no es el hombre el centro
del universo.
Allí el horizonte es tangible y la vida es un milagro.
Todos están de paso, porque no crecen raíces.
La minería traza cortes en la piel de la tierra
infértil, dando a luz metal y sudor.
La tierra levanta un remolino, baile de loco sin
principio ni fin, nunca le aplauden, aunque
todavía algunos temen a la Pacha Mama.

Allí en los dibujos de los niños los paisajes son
los más verdes.
Allí la negación y la ausencia se domestica y se
cultiva.
Allí poco es mucho, porque somos vecinos de la
nada.
Allí la luz nos deja ciegos y nadie sabe si no es
por eso que la adoramos.
 
“Otro País” es una instancia de doble  encuentro. Por una parte
cristaliza el esfuerzo de un grupo de artistas independientes 
vinculados a la ciudad de Antofagasta. No constituyen un grupo
homogéneo, ni una corriente especifica. Han sido convocados
por que sus obras dan cuenta de una fuerte inquietud y tensan,
cada una a su manera, la noción de género desde la cual se
expresan. Hemos querido con esta muestra abrir un espacio de
diálogo, en el cual nuestro interlocutor ocupe el centro, sea
protagonista y no parece menor el hecho de que lo primero que
dicen es que se sienten viviendo en “otro país”.  El desierto no
justifica por si mismo la metáfora. La distancia en el siglo que
vivimos ha sido puesta en entredicho por  las comunicaciones.
Antofagasta no es tan extrema como para ser “otro”, sin
embargo así lo sienten y queremos hacernos cargo. 
PEDRO CELEDÓN

El norte y el sur del país siguen siendo territorios lejanos no
solamente en kilómetros pero también en el mutuo conocimiento,
en todos los ámbitos. El proyecto OTRO PAÍS, mes de Antofagasta
en Valdivia, es una segunda instancia, después del OTRO PAÍS,
mes de Antofagasta en Santiago, presentado durante julio de
2006 en el Centro de Extensión de la PUC, y surge a partir de
la necesidad de intercambio de experiencias y creaciones
desarrolladas a base del territorio, entendido este en el sentido
mas amplio.
Proponemos construir una plataforma abierta para un diálogo
con los artistas y con el público de Valdivia, a partir del arte
contemporáneo antofagastino, sobre las diferentes miradas,
lenguajes y estéticas que pueden depender de alguna manera
(o no) de la geografía, el clima, el paisaje y las experiencias
tanto colectivas como individuales, relacionadas con el entorno.
DAGMARA WYSKIEL

OBRAS

Loreto Bolados
Conservando mi memoria






Loreto Bolados
propone en su intervención una reflexión sobre el actuar de la memoria, su inevitable borroneo y  esa propensión del apetito voraz del olvido.

Abordando el blanco como base, trabaja con rollos de papel que instala en el muro a diferentes distancias y alturas, siguiendo un ritmo que devuelve a la mirada un sentimiento de ocupación simétrica y total del espacio/muro. El suelo es cubierto con salitre blanco, una especie de arena gruesa que reflecta la luz y la amplifica.

 

Los rollos están intervenidos con imágenes  impresas en tinta negra. Su lectura no es evidente ni precisa, ya que están allí operando como conjunto y no como imagen individual. Sin embargo prospectan su condición de depositarios de huellas, de manchas, de evidencias de una retención (intervención) que ha logrado capturar el papel. Su presencia pareciera aludir en forma directa al proceso la recuperación de un recuerdo, a la síntesis inevitable en la que es reducido un evento en su momento poli sensorial y ahora gesto mínimo sobre un soporte muchas veces más extenso que el territorio de lo retenido.

 

Es imposible no sentir en ese espacio la nostalgia del segundo recuperado, de la luz incompleta  de alguna escenografía posible, ahora  inevitablemente diluida, pero sin embargo tan  inquieta como una ruina.

Papel y salitre parecieran ser dos soportes empeñados en retener las huellas de un pasar efímero, parecieran establecer un juego de espejos borgianos en el que  las pisadas del visitante son impresas en la blancura de l salitre, como la tinta retiene la imagen de un recuerdo en el papel.   


Luis Núñez
Empatía (recuerdos de infancia)







Luis Núñez  
propuso para la muestra su primera instalación. En ella el lenguaje predominante es la pintura, tanto, preparada en el taller como realizada in situ. Cinco obras en que se reproducen imágenes alusivas a espacios arquitectónicos de un hogar de menores, diseñados en clave realista, son la estructura primordial de la propuesta.

 

Para exacerbar la atmosfera, se apoyó  en objetos tridimensionales como son trozos de alambres de púas  y un paquete de periódicos amontonados en un extremo del corredor.  Incorporó además cuatro espejos. Cada uno confronta a una de las cinco pinturas que poseen gran formato.

Un muro  - de norte a sur-  clausuró  vista y transito, generando un callejón sin salida. Obligaba así  a un recorrido dirección este-oeste-este, donde quedaba excluido ese fragmento de Valdivia que irrumpe (por un gran ventanal) en los otros espacios expositivos. La abrupta exclusión del color/luz,  de cielo, ciudad,  y río,  agudizaron dramáticamente la atmósfera de encierro.

 

Es indiscutible que Luis nos enfrenta a una propuesta de arte social, la cual además posee sustrato autobiográfico, incorporándonos en un universo que dialoga directamente con los recientes movimientos que reflexionan en la antropología visual.

 

Desde el punto de vista del dispositivo, es un ejercicio claro del cruce de estrategias de la pintura para insertarse al espacio tridimensional, al punto que crea el medio (espejo) para llevar a la  bi. Dimensionalidad el cuerpo del espectador (vía su reflejo/inclusión en los cuadros).

 

El conjunto diseña una instalación que re-crea -el espacio arquitectónico desde el cual extrae el artista vivencias sufridas entre los años 1975 y 1980. La cita remite al  Hogar de menores XXXX Carrera Nº 1 de Antofagasta. Rememora a los 376 niños barones, cuyas edades fluctuaban entre 1 y  17 años de edad (a los 18 años salían del recinto para realizar el servicio militar). La imagen intenta atrapar la memoria de un niño que tenía 7 años cuando entró y  12 cuando salió. De un hombre que sabe que un 95% de sus ex compañeros de “hogar” son actualmente delincuentes, o están maestros.

 

El  espacio propuesto evidencia la vocación carcelaria, las violaciones a los derechos de los niños, su carga de dolor. Con oficio indiscutible  propone una zona de percepción extremadamente compleja. Un área de confusión entre  realidad y representación.



Juan Salva
Acontecer al limite





Juan Salva representado en pinturas de diferentes formatos, daba cuenta de la tradición pictórica de una Antofagasta que tenía (en la década del 60) escuela de arte y desde la practica de arte con discusión colectiva que esto implica, buscaba su propio gesto y su propia luz.

La dimensión del espacio del Mac de Valdivia permitió encontrar ángulos privilegiados para acompañar a las de mayor proporción, evidenciando su monumentalidad y capacidad de dialogo a escala arquitectura. Su disposición en “L” (ocupando dos muros paralelos y uno vertical del lado norte) proporcionó  gran cantidad de puntos de fuga y  encuentros para el espectador, convocándolo desde ambas entradas de la sala.

La selección de sus obras estuvo orientada a destacar el sello pictórico del maestro. Todo espectador atento podría  develar sus códigos expresivos, puesto que sumergían en una sensación de obra en proceso, vigorosa. Cada pieza daba cuenta de una experimentación, de un logro puesto en crisis para que no se repita el gesto automáticamente. De un espacio “con un final no conquistado”, como asegura el maestro.

 

Sus obras llevaron  a Valdivia  el baile, la música religiosa, el esfuerzo y la entrega del habitante del norte, logrando  transmitir el más allá del gesto, esa atmosfera de sensaciones inagotables que es la fiesta. En  ellas no entrega ni una sola imagen fija. Todo es una puesta en imagen de performatvidad y atmósfera. Todo se aúna para contar un trozo de América, para   formular una pregunta al espectador. Para poner acento desde la figura humana (eje de su creación),  en el encuentro de la  esencia arcaica con  el sentir contemporáneo.  

 

Jorge Wittwer
Miguitas de ternura








Jorge Wittwer
trabaja construyendo un espacio expositivo a partir de ocho fotografías de transexuales y transgéneros, tomadas desde fines de septiembre, hasta  mediados de octubre del 2007. El escenario es Antofagasta, específicamente, las Peluquerías en que trabajaban (se protegen)  siete de las retratadas.

 

La propuesta se articula a partir de ocho retratos cuyo soporte e interacción  lo realizan repisas minimalistas, en las que se encuentran, además,  pelo natural tomado en el espacio fotografiado. El conjunto es contenido en un gran rectángulo de color azul turquesa, el que refuerza el carácter objetual de la propuesta, a la vez que la delimita en el espacio de la sala de exposición.

 

La convocatoria es clara, no se trata de captura la imagen real o ideal de su feminidad No se está articulando el poder testimonial de la “maquina lucida”,  para dar cuenta de persona  y personaje, ni tampoco, de figura y entorno, aunque es indudable que en las peluquerías el transformismo encuentra su cumplimiento.  

 

El montaje es cuidadoso y en extremo diseñado. Vestuario y maquillaje lo proponen las retratadas. Angulo y  pose, son indicadas por el autor. Es en esta simbiosis en donde las operaciones discursiva se concreta. Cada una  se ofrece con un aire de madona. Cada una exhibe una gran densidad de gesto contenido. Todas tienen  en su pecho izquierdo a un muñeco que alude a un bebe.

 

La secuencia plástica detona  en forma inmediata el contenido latente de la imagen. Se impone la noción de la captura de un sueño imposible. No el de la maternidad, condición  que para los homosexuales existe legalmente en algunos países, sino el de amamantar, acto fallido a pesar de que en su necesidad de ser mujeres, han estado dispuestas a todo pago y todo riesgo.

 

Es categórico el hecho de que estamos ante una instalación que se sostiene desde la fotografía, pero su lenguaje nos remite inevitablemente  al cine: Construye una narrativa de lectura secuencial. Un  espacio global definido con bastante carácter, pero, cuya percepción es cuadro a cuadro, incorporando en ello el tiempo del recorrido por parte del espectador. Posee igualmente del lenguaje cinematográfico, su capacidad de síntesis argumental, construyendo imágenes que se leen como fragmentos de situaciones en proceso, y el juego nada menor del autor incorporado en la obra, casi imperceptible, al estilo de cineastas como Hitchcock y Polansky.



Izak
Los de afuera





IZAK Construye su discurso visual desde el graffiti a mano alzada. Trabaja directamente sobre el muro con  sprite,   privilegiando desde el año 2002 el diseño de la imagen con el uso del negro/ blanco. Esto crea un “silencio” visual,  que amplia su eficiencia comunicativa en la súper-estinulado paisaje urbano de la actualidad.

 

 Para Otro país su propuesta gira conceptualmente sobre el juego del Ver, recuperando de él la vitalidad que propuso Matta en instantes en los cuales  dijo, por ejemplo: “ver  como verbo,  es ver la cosa creciendo. Ser capaz de ver (…) como ella va cambiando, de verla en el espacio en que está, rodeada de obstáculos y amenazas”.[1]

 

La  propuesta de IZAK es abordada a través de  figuras femeninas protagónicas. Estas articulan tensiones entre el mirarse, el mirar y el indicar aquello que el muro impide ver.

Que las miradas terminen por convocar aquello que esta fuera del Museo (la ciudad de Valdivia), es una estrategia extremadamente honesta para un arte que ha logrado su madurez en el exterior.

 

Se complementa el discurso visual con el hecho de que sus graffitis son aquí trabajados con mayor precisión formal, en el área más expuesta a la luz, más accidentadas y menos convencionales del muro sur del MAC de Valdivia.

En la medida que estas se adentran en el espacio expositivo, su definición es menor, hasta ofrecer su esqueleto (el bosquejo) en la figura que cierra el políptico.

 

El trabajo es maduro en lo formal y audaz en lo conceptual. Da cuenta de un atesoramiento que se inicia motivado por un hermano mayor en 1998, cuando ambos, y durante casi cuatro años, pintaban firmando HGC (hermanos grafiteando calles). Sus referencias entonces eran  los metros de nueva York, visto en libros y la revista 12 Prophet.

En esa época, para construir sus obras utilizaban pintura látex en los fondos y para los  detalles el sprite.

 

Todo espectador podrá apreciar que  el proyecto entrega las señales claras de no estar ante una pintura  mural, sino un graffiti expresándose con sus propias herramientas y coexistiendo al interior de un espacio, desde el mismo humus poético con que fecunda los exteriores en la ciudad de Antofagasta.

 


[1] Carrasco Eduardo Matta Conversaciones, ed. Cesoc, Santiago-Chile 1987



Dagmara Wyskiel
Verde profundo 







Dagmara Wyskiel presentó en la sala Dowley una instalación que responde a su exploración titulada Verde Profundo, y que es en definitiva una obra en proceso.

El marco de esta sala del MAC de Valdivia,  posee las dimensiones y condiciones técnicas optimas para contenerla, tanto, por el tamaño del espacio recorrible, por su altura, y por su aislamiento físico respecto al conjunto de obras que componen la muestra, lo que permitió al espectador gozar de la soledad indispensable para realizar el viaje que la artista le ha propuesto.

 

Verde profundo posee conceptualmente su fundamento en un  doble ejercicio:

- Encontrar  para la fotografía una forma de exposición que no distraiga la mirada, ofreciéndole un formato que centre al espectador en la “unicidad” de cada pieza.

- Generar un espacio que permita “encantar” al espectador, introduciéndolo a otro tiempo, el de la observación,  agudizando así su capacidad receptiva.

 

Dagmara construye para ello una instalación lumínica, de articulaciones múltiples, en la cual diseña un dispositivo que expone en forma no- convencional, un conjunto de 54 fotografías intervenidas digitalmente, y que tienen como temática escenas del área andina del Perú.

 

El conjunto a sus vez genera una figura geométrica de círculos concéntricos de luz, en la cual el equilibrio formal es evidente, y a pesar de la oscuridad de la  sala, la atmosfera invita al recorrido.

 

En esta obra en proceso, se abrazan y potencian las vías creativas que explora la artista:

El  espacio creado responde a su confianza en una estética que se expresa en  belleza. Esta, aflora de la armonía, del orden, y del equilibrio perceptivo.

Al igual que en su trabajo de Diseño, la obra nace (sale) desde la oscuridad. Conjuga en una atmósfera, la ausencia de luz de la sala, con la geometría lumínica de su propuesta. Esto obliga al espectador a detenerse, a tomar un tiempo, a encontrase con su propio cuerpo (ser),  antes de recorrer la instalación  en un silencio que nace desde su interior y se sostiene en la música incidental que se escucha permanentemente.

 

La instalación invita (propicia) el ser recorrida en ritmo contenido (dada la oscuridad del entorno). Invita a ser habitada en forma efímera Ha descubrir las divisiones y subdivisiones que la constituyen.

 

El aura mítica que captan las fotografías del pueblo Aimara y Quechua,  encuentra eco en este espacio poético, que alude en su morfología a recintos sagrados, y,  al igual que en ellos, el visitante se adentra en   la desaceleración que le permite sentir paz,  conexión con su interior,  intimidad compartida

 

La narrativa que de aquí se extrae es lejana de cualquier tono anecdótico. Posee carácter abierto, lectura múltiple. El receptor en su interior se transforma en lector/autor de la propuesta. Tal vez por esto, es que su realizadora afirma que es “en la piel del espectador, donde concluye la obra”.

 

 


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